Todos los días, Señor,
tu sol asoma en el
horizonte.
Rayos de luz irrumpen en el
cielo
y lo inundan todo de un
color dorado.
Ha terminado la noche
y la sombra es sólo un
recuerdo.
Empieza un nuevo día, una
nueva vida,
una firme esperanza.
Puedo fiarme de ti, Señor,
porque nunca me abandonas.
Tú, sigues deshaciendo mis
tinieblas,
me das confianza, esperanza
y seguridad.
Tú nunca me
abandonas...porque me amas.
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