Miramos nuestras manos. ¿Las conocemos? Hay personas que dicen que en las
MANOS se refleja la VIDA. Algunas personas interpretan y adivinan la vida leyéndonos
las manos, que va a suceder, prevén situaciones...
Ciertamente las manos son una
parte muy importante para nosotros. Sin
ellas no seríamos igual. Ni siquiera nos imaginamos, detente a pensar por
un instante.
Las manos están llenas de
posibilidades y se utilizan para casi todo. ¡Qué sería hoy yo sin estas manos!
Pero, no todas las MANOS son iguales.
Hay
MANOS cerradas:
Son MANOS frías, silenciosas, que
distancian.
MANOS egoístas que
encadenan.
MANOS violentas que
destruyen
MANOS agresivas que
golpean, hieren y matan.
Sí, hay MANOS caídas que se
inhiben,
MANOS temblorosas que
siempre se esconden,
MANOS como saetas que
señalan, acusan y condenan,
MANOS que niegan y prohíben,
MANOS sucias que manchan y
repugnan.
Hay
MANOS, abiertas:
MANOS que trabajan,
MANOS que colaboran,
MANOS que ofrecen,
MANOS que comunican sentimientos,
MANOS que acarician, abrazan,
aman...
MANOS que saludan y que unen.
Hay
MANOS generosas que invitan y dan
MANOS cálidas que acogen,
MANOS tiernas y suaves que animan y
alientan,
MANOS fuertes que impulsan, ayudan
y protegen,
MANOS hábiles que crean,
MANOS libres que liberan.
Hay
MANOS grandes, muy grandes, que sostienen y PERDONAN.
Señor,
cuida y sostiene
nuestras manos, herramienta diaria que nos acompaña, guíalas para que sean ofrenda de ti, para cuantos nos rodean.
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