¿Cuántas veces no
nos ocurre en lo cotidiano, que cuanto más deseamos que algo nos ocurra? Más
lejano se nos hace, y más largo el tiempo…
Cuando esperas una cita,
un viaje, un encuentro con un amigo/a, algo que te llena de alegría e ilusión.
Ahora esperamos la llegada de la Navidad, y con ella, el Dios con nosotros/as,
aunque a la vez esperamos que lleguen estos días, por los regalos, encuentros
familiares, los villancicos, fiestas…
Pero a la vez nos
hacemos una pregunta, esperamos con impaciencia y expectativas positivas a Dios hecho
niño.
Hemos de preguntarnos, si eso lo vivimos con ese mismo deseo a que ocurran
las cosas importantes de nuestra vida, o solo se queda en un acontecimiento de
fondo para vivir estos días y no es importante en nosotros y nosotras.
Y a ti, lo de Dios…
¿Te impacienta? ¿Qué esperas de Dios en tu vida?
¿Le esperas en tu corazón, en tu verdadero
hogar?
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